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Saber reconocer y encauzar la ira nos da energía y mejora la relación con los demás


Desde pequeños experimentamos la ira. Los berrinches de la infancia, la rabia adolescente… seguramente tardamos años en conseguir expresar adecuadamente la cólera ante la frustración, pero sin duda constituye un aprendizaje vital.

La ira es una emoción muy intensa y poderosa. En muchas ocasiones sentir rabia es algo inevitable, justificado e incluso útil, pero otras veces comporta una explosión que acaba sacando la peor parte de la persona. La ira nos coloca ante un dilema: si reprimimos nuestro enfado adoptando una actitud pasiva y resignada podemos perpetuar e incluso alentar la situación que ha provocado nuestra ira. Pero, por otra parte, dar rienda suelta a los sentimientos airados puede causar un gran daño a uno mismo o a los demás y empeorar una situación ya de por sí difícil.La solución, posiblemente, radique en lograr un camino intermedio, que en este caso discurre entre expresar y temperarse, entre dejar abierto el cauce de las emociones y contenerlo para que no se llegue a desbordar.

Reconocer el sentimiento

Un primer paso indispensable para utilizar la ira de manera positiva es detectar que se ha despertado esta emoción: reconocer que estamos airados y que algo nos ha molestado. Cuanto más se sepa de la emoción más fácil resultará encauzarla hacia dónde se desea. Para descubrir qué ha desencadenado la ira es preciso ir tirando del hilo, formulándose preguntas como: ¿cuál ha sido la situación o situaciones que me han molestado?, ¿por qué me enfurecen tanto? y ¿La sensación que ahora siento me recuerda alguna vivencia pasada desagradable?Herramientas para dominar la ira.


Aprender a relajarse.
-Las técnicas de relajación y de respiración pueden ayudar a reducir la excitación y agitación físicas que se desencadenan con la ira. Cuando se consigue estar más calmado, y la persona se toma un tiempo antes de reaccionar, puede ser más dueña de la situación y verla con una perspectiva más ecuánime.

Utilizar el cuerpo.
- Se trata de expresar y dejar salir la rabia de manera inocua. Cuando se está a solas uno puede preguntarse qué es lo que tendría ganas de hacer para descargar su ira. Puede ser que le apetezca chillar, despotricar, dar golpes a un cojín, correr unos kilómetros...


Expresarse de manera asertiva.
-En el acto de nombrar y expresar el propio punto de vista, lo que se siente, se realiza una importante descarga. Esto permite afirmarse, asumir los propios sentimientos teniendo en cuenta también las necesidades y los sentimientos de la otra persona.


Tomar distancia.
- Ante una situación que despierta una ira intensa puede resultar útil tomar distancia: irse para dar un paseo, pedir un tiempo para que los ánimos puedan calmarse…
Emplear la palabra.- Se puede pedir a un amigo que escuche cómo hablamos acaloradamente de lo que nos disgusta. Antes le comunicaremos que sólo necesitamos su escucha, y que es preferible que no emita ningún juicio durante nuestro monólogo.


Cristina Llagostera (psicóloga)

El artículo íntegro puede leerse en la revista Cuerpomente

Fuente: Cuerpo Mente

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